Y así fue. Hoy, casi siete meses después de que se presentó el primer caso autóctono en San Juan Nepomuceno, Bolívar, esa explosión creció exponencialmente y en apenas siete meses ya se han producido 250.000 casos, aunque se calcula que pueden ser más debido a que muchas personas no consultan, lo que llevaría a un subregistro. En la zona Caribe, donde la epidemia tuvo mucha fuerza, los enfermos han disminuido de manera importante. Norte de Santander alcanzó a tener hasta 4.000 personas infectadas por semana, pero ahora se cuentan solo 173. Estas cifras llevan al viceministro de Salud, Fernando Ruiz, a decir que “la epidemia alcanzó su cúspide y va en descenso”.
Sin embargo, dependiendo de la región que se mire, el país estaría en diferentes estadios. “En algunos ya se agotó la capacidad de infección y se encuentran en una etapa de meseta, pero hay otras donde apenas está empezando y los casos aumentan semana a semana”, dice Óscar Pacheco, director de vigilancia y control de salud pública del Instituto Nacional de Salud. “En la costa Caribe el mapa ya está rojo, pero se está viendo un aumento en Huila, Tolima y Cundinamarca”, señala Pacheco.
La llegada de la Semana Santa puede alterar ese panorama si los turistas que viajan a tierras templadas para disfrutar del descanso no tienen los cuidados suficientes para evitar que el mosquito los pique. Según expertos consultados por SEMANA, en zonas donde no hay infección, como Bogotá, podría aumentar el número de pacientes enfermos que regresan el Domingo de Pascua de ciudades donde sí existe el vector portador del chikungunya.
Pero lo más crítico sería que turistas provenientes de una ciudad donde el contagio es muy activo se trasladen a otra que tenga el vector pero aún no muchos casos. “La epidemia se podría intensificar donde ha sido moderada”, advierte Luis Villar, médico director del grupo de epidemiología clínica de la Universidad Industrial de Santander.
Esto sucede porque los dos vectores del virus, tanto el Aedes aegypti como el Aedes albopictus, se encuentran en el 80 por ciento del territorio colombiano, en pisos térmicos por debajo de 1.800 metros, donde hallan la temperatura ideal para reproducirse y vivir. Por eso en ciudades como Bogotá no se ha producido aún ningún caso autóctono y los que hay son viajeros que se infectan en otros lados. Algo similar sucede en Boyacá, un departamento con el 80 por ciento de sus municipios localizados en clima frío. A pesar de esto, nadie está a salvo.
El chikungunya fue detectado por primera vez en Tanzania en 1952. Desde 2004 se han reportado brotes en África, Australia y el sudeste asiático. El virus llegó al continente americano vía la isla de Saint Martin y entró a Colombia por Venezuela. Como este virus rara vez causa la muerte, muchos colombianos subestimaron su impacto. Incluso se hicieron chistes de que se trataba de un arma biológica diseñada por Nicolás Maduro para atacar a sus vecinos.
Pero no hay nada de humor en el chikungunya. Se trata de una enfermedad que puede dejar secuelas graves de por vida. Villar explica que todos los virus tienen preferencia por algún órgano del cuerpo: el de la rabia por el cerebro, y el del dengue por el hígado y los vasos sanguíneos. La afinidad del chikungunya es por las articulaciones, sobre todo las pequeñas y medianas como las de las manos, muñecas, codos y rodillas. Su presencia allí produce inflamación, enrojecimiento y dolor, lo que en términos médicos se conoce como artritis.
Por eso una persona que ha estado en contacto con el vector que transmite la enfermedad tendrá dolor en estas partes del cuerpo 3 a 7 días después de la picadura. Este síntoma vendrá acompañado de fiebre alta y de un brote en la piel que produce rasquiña. Y de malestar y cansancio que podrían llevar a la postración.
Como no existe cura para esta enfermedad, el tratamiento consiste en controlar los síntomas mientras el sistema inmunológico ataca el virus. En encuestas de calidad con pacientes en fase aguda, el dolor ha sido uno de los aspectos más debilitantes. De ahí el nombre de la enfermedad que significa “doblarse de dolor” en la lengua makonde de Tanzania. Los campesinos reportan que no pueden apretar el machete, abrir una puerta y otros señalan que aún 15 días después de la enfermedad no pueden vestirse solos. Sin embargo, entre 10 y 20 días después de la infección, “el 90 por ciento de los casos la gente empieza a sentirse mejor y debería ya estar sano”, dice Marcela Gómez, médica epidemióloga.
Se calcula que el 10 por ciento, sin embargo, puede tener recaídas. No es que el chicungunya repita, sino que entra en una etapa que los expertos llaman subaguda en la cual persisten los síntomas en las articulaciones. En algunos de estos casos la enfermedad se puede volver crónica. No se sabe exactamente la razón, pero se sospecha que se podría deber al estado inmunológico de cada cual. Es posible que quienes ya tienen compromiso articular o traumas previos tengan un peor pronóstico. También inciden las edades extremas, tanto el recién nacido como el anciano. Cuando estos últimos tienen diabetes, el virus puede empeorar esas condiciones preexistentes. Tampoco se sabe si el daño en las articulaciones se presenta por la sola presencia del virus allí o porque al respuesta del sistema inmune es muy intensa, o ambas cosas. Lo cierto es que “la consulta reumatológica se va a aumentar por esta causa”, dice Villar.
A pesar de que Semana Santa representa un momento crítico, Gómez señala que si se toman las medidas preventivas la probabilidad de picadura es mínima, aunque no se puede hablar de un 100 por ciento de seguridad. Controlar el mosquito es crucial y los viajeros pueden contribuir a ello si limpian los depósitos de agua, lavan tanques y albercas con cepillo y cambian el agua de las matas y flores con frecuencia.
Y en caso de tener alguno de los síntomas lo recomendado es no automedicarse sino acudir a una consulta prioritaria para tener un diagnóstico seguro. Porque uno equivocado retrasa la recuperación o incluso hace que la enfermedad se presente con más intensidad. No hay que olvidar que el mismo mosquito transmite el dengue y ante la aparición de fiebre también debe considerarse esa posibilidad. Solo los que ya han padecido el chikungunya tienen inmunidad. Y el resto de la población es susceptible de padecerla.
Recomendaciones
Use bien el repelente: Aplíquelo en la mañana sobre el cuerpo desnudo y limpio de cremas y perfumes. Durante el día esparza en las áreas descubiertas cada tres horas. Si usa protector solar, primero aplíqueselo y 20 minutos después haga lo mismo con el repelente. Los niños deben usar este último para su edad. Como las mujeres embarazadas pueden transmitir el virus a sus bebés debe tener especial atención con este punto.
Cúbrase: Use pantalones y manga larga.
Mosquitero: Es importante para evitar que durante el sueño el mosquito portador del virus lo pique, pero también para que los infectados no sean picados por otros mosquitos que puedan distribuir la enfermedad.
Aire acondicionado: Procure usarlo todo el tiempo pues las temperaturas bajas alejan al mosquito.
Sanidad: Lavar tanques de agua con cloro. No tener agua estancada fuera ni dentro de la casa ni siquiera en floreros. Lavar albercas con cepillo.
Si ya tiene fiebre y tenía planes de viaje cancele su salida. El turismo en esas condiciones puede aumentar el número de casos en municipios y ciudades donde existe el vector pero no la enfermedad.
No se engañe
Mito 1: Es un problema de poblaciones marginadas. Realidad: El mosquito no tiene preferencias de raza ni condición económica.
Mito 2: La vitamina B1 protege. Realidad: No hay evidencia de esto.
Mito 3: Con el chicungunya no se puede tomar alcohol. Realidad: No hay evidencia de eso.
Mito 4: Este mal se transmite de persona a persona. Realidad: No, solo a través del vector y si este es portador del virus.